jueves, 12 de julio de 2012

La revolución Neolítica y la economía del mundo antiguo - Apuntes


LA REVOLUCIÓN NEOLÍTICA Y LA ECONOMÍA DEL MUNDO ANTIGUO


Situándonos en el Neolítico, la evolución tecnológica se produjo tan lentamente como la propia evolución biológica, pero es probable que se viera acelerada en los últimos 50.000 años, aproximadamente. Hacia finales de la última glaciación los hombres del final del paleolítico habían alcanzado un estado relativamente avanzado de desarrollo tecnológico, y probablemente también de desarrollo social.
La unidad de organización social era la banda o tribu. Eran necesariamente tribus migratorias en busca de caza, pero normalmente se mantenían dentro de un área geográfica dada. Probablemente los contactos entre bandas eran raros y quizá primitivos intercambios comerciales en forma de trueque incluido el intercambio de mujeres.

LA ECONOMÍA Y LA APARICIÓN DE LA CIVILIZACIÓN

Había llegado el Neolítico, donde se dieron importantes acontecimientos que fueron de vital importancia para la historia de la humanidad. Por primera vez el hombre podía fundar asentamientos relativamente estables. Esto, junto con la mayor productividad de sus esfuerzos, le abrió la posibilidad de acumular mayor cantidad de bienes materiales, es decir, riqueza, y, simultáneamente, de dedicar más tiempo a actividades no directamente relacionadas con la mera subsistencia, como el arte o la religión.
Esta nueva etapa asentó definitivamente la agricultura, en la cuál se fueron dominando las técnicas agrícolas y se fue haciendo más eficiente y productiva, disminuyendo la importancia de la caza, pero manteniendo ésta su importancia simbólica.

Una de las principales consecuencias de la invención de la agricultura fue el aumento de la capacidad de determinadas áreas de sustentar a la población. Por lo tanto la población aumentó.

La vida sedentaria de los poblados agrícolas permitió una división del trabajo mejor.

La división del trabajo y la evolución de las nuevas artes, como la metalurgia y la alfarería, requerían alguna forma del intercambio o comercio. La costumbre establecía los términos del intercambio entre comunidades próximas.

La unidad básica e organización económica y social de las primeras comunidades agrícolas fue la aldea de labradores (de 30-50 personas).

Surgió la escritura, como una mera necesidad económica para llevar a cabo registros administrativos, pero que luego se extendió a usos religiosos, literarios y económicos.

LAS BASES ECONÓMICAS DEL IMPERIO

Antes de la aparición de las primeras grandes civilizaciones urbanas la estructura social de las aldeas agrícolas del Neolítico era relativamente simple y uniforme. La costumbre y la tradición, interpretadas por un consejo de ancianos gobernaban las relaciones entre los miembros de la comunidad. A lo más, tendrían un vago concepto de la propiedad. Sin duda, se reconocía la propiedad privada de utensilios, armas y adornos, pero probablemente la propiedad de la tierra era colectiva.

Poco a poco estas aldeas se convirtieron en grandes ciudades-estados y, por lo tanto, aumentaron la proximidad entre sí, lo que provocó grandes disputas por límites y derechos de riesgo, que se hicieron notas importantes para conquistas.

Debido a una gran oleada de conquistas surgieron grandes imperios que basaron su economía en la recogida de botines, tributos e impuestos que los conquistadores obtenían de los conquistados y de las masas campesinas.

¿Contribuyeron los imperios de la antigüedad de modo positivo al desarrollo económico? En términos de desarrollo tecnológico, su aportación es bastante escasa. Casi todos los elementos tecnológicos de que se sirvieron las civilizaciones de la antigüedad habían sido ya inventados o descubiertos antes del alba de la historia escrita.

No obstante, y aunque la tecnología quedara casi estancada, los logros económicos de los imperios de la antigüedad fueron considerables. Las expediciones que organizaron con fines comerciales o de conquista difundieron los elementos tecnológicos y aportaron nuevos recursos. La formulación explícita de las leyes civiles, aun cuando se dictaran en interés del soberano o de la clase dirigente, contribuyó a suavizar el funcionamiento de la economía y la sociedad.

Pero lo más importante de todo, posiblemente fue que al establecer la ley y el orden en áreas cada vez mayores, se facilitó el crecimiento del comercio y, con ello, la especialización regional y la división del trabajo. Es lo más notable ejemplo de esto es, por supuesto, el imperio romano.

EL COMERCIO Y EL DESARROLLO EN EL MUNDO MEDITERRÁNEO

En el milenio que se extiende entre el año 800 a.C y el 200 d.C la civilización clásica del Mediterráneo alcanzó un nivel de desarrollo económico que no se superó hasta el siglo XII o XIII. Teniendo en cuenta la ausencia del progreso tecnológico en esa era, la explicación de tal logro debería buscarse en la amplia división del trabajo que una red comercial y de mercados altamente desarrollados hizo posible.

Se producen progresos comerciales y financieros, de transcendental importancia económica: el dinero en moneda.

Pronto los gobiernos se dieron cuenta de que con la moneda había la posibilidad de obtener beneficio y prestigio.

LOGROS Y LÍMITES ECONÓMICOS DE LA CIVILIZACIÓN ANTIGUA

El apogeo de la civilización clásica, al menos en los que se refiere a su aspecto económico, tuvo lugar durante los dos primeros siglos de la era cristiana, bajo el dominio de Roma.
A medida que fueron extendiéndose sus dominios fue aumentando su interés por los asuntos militares y administrativos. En su escala de valores, el comercio no gozaba de gran consideración mientras que el derecho romano permitía una considerable libertad de empresa y no penalizaba las actividades comerciales. Cuidaba especialmente del estricto cumplimiento de los contratos, de hacer valer el derecho de propiedad y de llegar a un acuerdo rápido y, casi siempre, justo.
El carácter urbano de imperio romano fue posible, y a la vez se vio estimulado, por su altamente desarrollada red comercial y la magnífica división del trabajo que la sustentaba.
Las calzadas romanas, elementos importantes para el comercio, facilitaron las comunicaciones y el transporte de mercancía ligera. La arteria fundamental del transporte fue el Mediterráneo, que se convirtió en la gran vía del tráfico comercial.
La mayor contribución de Roma al desarrollo económico fue la pax romana, el largo periodo de paz y orden en la cuenca mediterránea que permitió que el comercio se desarrollase en las condiciones más favorables.

Una de las principales consecuencias de la pax romana fue el crecimiento demográfico (aproximadamente 100 millones de personas).
Mejoró el nivel de vida  pero los mejores años del imperio romano fueron los que constituyeron un periodo de transición hacia una nueva crisis. La escasez de mano de obra y la gradual inflación monetaria obtuvo como resultado una continua desvalorización de la moneda por parte de un erario cuyos gastos siempre excedían a sus ingresos. La inflación, no obstante, era síntoma de problemas económicos más fundamentales.

Diocleciano intentó terminar con ella controlando por decreto los precios y salarios y reorganizando los sistemas burocráticos y fiscales (fracasó). Sus reformas, y las de su sucesor, Constantino, apuntalaron la estructura imperial durante algún tiempo, pero no acabaron con los problemas fundamentales, de hecho, los aumentaron.

Desde el punto de vista económico, los dos pilares del imperio romano eran la agricultura y el comercio. Los excedentes agrícolas cobraban importancia al recaudarse y acumularse a través de impuestos. Proporcionaban los recursos necesarios para mantener a la población urbana, ejército y burocracia. Sin embargo, la ordenación efectiva de estos excedentes dependía de que la circulación comercial por el imperio fuese fluida y sin trabas pero las invasiones la obstaculizaron.

Los impuestos empezaron a ser cada vez más fuertes, pero su carga era inversamente proporcional a los beneficios que le entregaba el gobierno.

La economía fue volviendo a su estado primitivo de subsistencia a mediada que la población descendía y las ciudades se vaciaban: la economía clásica veía su fin.
La causa fracaso de la economía clásica de Roma fue la falta de creatividad tecnológica.

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