LA REVOLUCIÓN NEOLÍTICA Y LA ECONOMÍA DEL MUNDO
ANTIGUO
Situándonos en el Neolítico, la evolución tecnológica se produjo
tan lentamente como la propia evolución biológica, pero es probable que se
viera acelerada en los últimos 50.000 años, aproximadamente. Hacia finales de
la última glaciación los hombres del final del paleolítico habían
alcanzado un estado relativamente avanzado de desarrollo tecnológico, y
probablemente también de desarrollo social.
La unidad de organización social era la banda o tribu.
Eran necesariamente tribus migratorias en busca de caza, pero normalmente se
mantenían dentro de un área geográfica dada. Probablemente los contactos entre
bandas eran raros y quizá primitivos intercambios comerciales en forma de
trueque incluido el intercambio de mujeres.
LA ECONOMÍA Y LA APARICIÓN DE LA CIVILIZACIÓN
Había llegado el Neolítico, donde se dieron importantes
acontecimientos que fueron de vital importancia para la historia de la
humanidad. Por primera vez el hombre podía fundar asentamientos relativamente
estables. Esto, junto con la mayor productividad de sus esfuerzos, le abrió la
posibilidad de acumular mayor cantidad de bienes materiales, es decir, riqueza,
y, simultáneamente, de dedicar más tiempo a actividades no directamente relacionadas
con la mera subsistencia, como el arte o la religión.
Esta nueva etapa asentó definitivamente la agricultura, en
la cuál se fueron dominando las técnicas agrícolas y se fue haciendo más
eficiente y productiva, disminuyendo la importancia de la caza, pero
manteniendo ésta su importancia simbólica.
Una de las principales consecuencias de la invención de la
agricultura fue el aumento de la capacidad de determinadas áreas de sustentar a
la población. Por lo tanto la población aumentó.
La vida sedentaria de los poblados agrícolas permitió una división
del trabajo mejor.
La división del trabajo y la evolución de las nuevas
artes, como la metalurgia y la alfarería, requerían alguna forma del
intercambio o comercio. La costumbre establecía los términos del
intercambio entre comunidades próximas.
La unidad básica e organización económica y social
de las primeras comunidades agrícolas fue la aldea de labradores (de 30-50
personas).
Surgió la escritura, como una mera necesidad económica para llevar
a cabo registros administrativos, pero que luego se extendió a usos religiosos,
literarios y económicos.
LAS BASES ECONÓMICAS DEL IMPERIO
Antes de la aparición de las primeras grandes civilizaciones
urbanas la estructura social de las aldeas agrícolas del Neolítico era relativamente
simple y uniforme. La costumbre y la tradición, interpretadas por un consejo de
ancianos gobernaban las relaciones entre los miembros de la comunidad. A lo más,
tendrían un vago concepto de la propiedad. Sin duda, se reconocía la propiedad
privada de utensilios, armas y adornos, pero probablemente la propiedad de la
tierra era colectiva.
Poco a poco estas aldeas se convirtieron en grandes
ciudades-estados y, por lo tanto, aumentaron la proximidad entre sí, lo que
provocó grandes disputas por límites y derechos de riesgo, que se hicieron
notas importantes para conquistas.
Debido a una gran oleada de conquistas surgieron grandes imperios
que basaron su economía en la recogida de botines, tributos e impuestos que los
conquistadores obtenían de los conquistados y de las masas campesinas.
¿Contribuyeron los imperios de la antigüedad de modo
positivo al desarrollo económico? En
términos de desarrollo tecnológico, su aportación es bastante escasa. Casi
todos los elementos tecnológicos de que se sirvieron las civilizaciones de la
antigüedad habían sido ya inventados o descubiertos antes del alba de la
historia escrita.
No obstante, y aunque la tecnología quedara casi estancada, los
logros económicos de los imperios de la antigüedad fueron considerables. Las
expediciones que organizaron con fines comerciales o de conquista difundieron
los elementos tecnológicos y aportaron nuevos recursos. La formulación
explícita de las leyes civiles, aun cuando se dictaran en interés del soberano
o de la clase dirigente, contribuyó a suavizar el funcionamiento de la economía
y la sociedad.
Pero lo más importante de todo, posiblemente fue que al establecer
la ley y el orden en áreas cada vez mayores, se facilitó el crecimiento del
comercio y, con ello, la especialización regional y la división del trabajo. Es
lo más notable ejemplo de esto es, por supuesto, el imperio romano.
EL COMERCIO Y EL DESARROLLO EN EL MUNDO MEDITERRÁNEO
En el milenio que se extiende entre el año 800 a.C y el 200 d.C la
civilización clásica del Mediterráneo alcanzó un nivel de desarrollo económico
que no se superó hasta el siglo XII o XIII. Teniendo en cuenta la ausencia del
progreso tecnológico en esa era, la explicación de tal logro debería buscarse
en la amplia división del trabajo que una red comercial
y de mercados altamente desarrollados hizo posible.
Se producen progresos comerciales y financieros, de transcendental
importancia económica: el dinero en moneda.
Pronto los gobiernos se dieron cuenta de que con la moneda había
la posibilidad de obtener beneficio y prestigio.
LOGROS Y LÍMITES ECONÓMICOS DE LA CIVILIZACIÓN ANTIGUA
El apogeo de la civilización clásica, al menos en los que se
refiere a su aspecto económico, tuvo lugar durante los dos primeros siglos de
la era cristiana, bajo el dominio de Roma.
A medida que fueron extendiéndose sus dominios fue aumentando su
interés por los asuntos militares y administrativos. En su escala de valores,
el comercio no gozaba de gran consideración mientras que el derecho
romano permitía una considerable libertad de empresa y no penalizaba
las actividades comerciales. Cuidaba especialmente del estricto cumplimiento de
los contratos, de hacer valer el derecho de propiedad y de llegar a un acuerdo
rápido y, casi siempre, justo.
El carácter urbano de imperio romano fue posible, y a la
vez se vio estimulado, por su altamente desarrollada red comercial y la
magnífica división del trabajo que la sustentaba.
Las calzadas romanas, elementos importantes para el
comercio, facilitaron las comunicaciones y el transporte de mercancía ligera.
La arteria fundamental del transporte fue el Mediterráneo, que se
convirtió en la gran vía del tráfico comercial.
La mayor contribución de Roma al desarrollo económico fue
la pax romana, el largo periodo de paz y orden en la
cuenca mediterránea que permitió que el comercio se desarrollase en las
condiciones más favorables.
Una de las principales consecuencias de la pax romana
fue el crecimiento demográfico (aproximadamente 100 millones de personas).
Mejoró el nivel de vida pero los mejores años del imperio
romano fueron los que constituyeron un periodo de transición hacia una nueva
crisis. La escasez de mano de obra y la gradual inflación monetaria obtuvo como
resultado una continua desvalorización de la moneda por parte de un erario
cuyos gastos siempre excedían a sus ingresos. La inflación, no obstante,
era síntoma de problemas económicos más fundamentales.
Diocleciano intentó terminar
con ella controlando por decreto los precios y salarios y reorganizando los
sistemas burocráticos y fiscales (fracasó). Sus reformas, y las de su sucesor, Constantino,
apuntalaron la estructura imperial durante algún tiempo, pero no acabaron con
los problemas fundamentales, de hecho, los aumentaron.
Desde el punto de vista económico, los dos pilares del imperio
romano eran la agricultura y el comercio. Los excedentes agrícolas
cobraban importancia al recaudarse y acumularse a través de impuestos.
Proporcionaban los recursos necesarios para mantener a la población urbana,
ejército y burocracia. Sin embargo, la ordenación efectiva de estos excedentes
dependía de que la circulación comercial por el imperio fuese fluida y sin
trabas pero las invasiones la obstaculizaron.
Los impuestos empezaron a ser cada vez más fuertes, pero su
carga era inversamente proporcional a los beneficios que le entregaba el
gobierno.
La economía fue volviendo a su estado primitivo de subsistencia
a mediada que la población descendía y las ciudades se vaciaban: la economía
clásica veía su fin.
La causa fracaso de la economía clásica de Roma fue la falta de creatividad
tecnológica.
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